A veces me pasan cosas que no puedo explicar. A veces, tengo tanto en la cabeza que no sé ni por dónde empezar. Otras veces tengo tantas sensaciones juntas, tantas impresiones de fuentes diferentes que no sé canalizar. Todos estos años he convivido con una diferencia invisible que me hacía sentir y percibir el mundo de manera diferente, y yo pensaba que era mi culpa mamá. Nadie me había explicado que las niñas y niños de altas capacidades tienen estas características. Nade me había dicho que las pequeñas y pequeños superdotados no tienen porqué llevar gafas, o ser las mejores en clase, o tener un coeficiente intelectual de 160, o ser extravertidas y saber siempre la respuesta, o ser buenas en todas las áreas académicas, o estar siempre contentas, o saber siempre qué hacer y cuando, porque claro, “es superdotada”.
No me habían explicado que las personas de altas capacidades sentimos más, percibimos más y vivimos todo con una intensidad amplificada. Nadie me dijo que las niñas y niños superdotados también somos, según la descripción de la terapeuta Imi Lo (2018), sensibles, perceptivas, pasionales, emocionalmente intensas, valientes, exuberantes, de ideas complejas, de sentimientos profundos, o como dice Christine (2020), hiperempáticas, creativas, intuitivas, originales, a veces desplazadas, de vínculos fuertes con las personas o cosas, rápidas y ágiles mentalmente, perfeccionistas, reflexivas, curiosas, visionarias, inestables.
Son tantas las cosas que desconocíamos, pero mira mamá, voy a traerte a la memoria un par de recuerdos para que podamos entender mi historia un poco mejor.
¿Te acuerdas lo tensa y callada que estaba el día que fuimos a la psicóloga y lo bien que me porté después de un par de sesiones? ¡No podía parar de hablar! bueno mamá, eso suele pasar con las niñas y niños que son más sensibles, se llama ser altamente sensible. Las personas altamente sensibles tienen un mecanismo diferente. Digamos que… los inicios les cuestan porque dentro del cuerpo tienen a alguien que les empuja hacia detrás para comprobar la situación antes de dar un paso adelante. Es un mecanismo de supervivencia. ¿Sabías que hay cien especies de animales que también comparten este rasgo de la personalidad? La psicóloga Elaine Aron se pasó 20 años de su vida estudiándolo.
También, la filósofa Susan Cain (2012), dijo que las niñas y niños introvertidos el primer día de colegio lo pueden pasar mal. Se agarran mucho de su mamá o papá porque les da miedo la escuela. Ella dice que, para las niñas y niños introvertidos, va bien ir antes de que empiecen las clases al colegio para poder familiarizarse con las instalaciones, las profesoras y profesores, el patio de juegos, los colores, etc. Ella estuvo muchos años de su vida haciendo observaciones y viajando mucho, conociendo a científicas/os, escritoras/es, psiquiatras, psicólogas/os… y al final llegó a la conclusión de que al menos un 30% de la población son personas introvertidas con bases biológicas diferentes y, ¡no hay nada malo en ello!
Ah sí, ¿te acuerdas que en el recreo estoy con ese niño con el que no quiere jugar nadie? Bueno, yo ya sé que es un niño diferente, pero está solo. ¿Sabes, mamá? las niñas y niños superdotados tenemos muchísima empatía. La empatía tiene dos partes, una parte que la controla el cerebro, bueno, más bien unas neuronas que se llaman neuronas espejo, pero hay otra parte que es conductual, es más bien… intencional. Yo tengo unos valores muy fuertes mamá, y no me gusta que los niños y niñas se queden solos porque sufren, ¡además de que no es justo!
Ya sé que es difícil llevarme al colegio. Ya sé que me cuesta vestirme, que me distraigo con facilidad o que parece que solo me fijo en detalles sin importancia. Para mí tienen importancia. ¿Sabías que hay una cosa que se llama sobreexcitabilidad sensual? Suena raro, ¿eh? Bueno, pues es una cosa que le pasa a algunas niñas y niños superdotados que quiere decir que la estimulación sensorial te afecta de una manera muy, muy intensa. Como esa vez que no me quería poner los calcetines porque me picaban las costuras, o esa vez que me encontraste una piedra diminuta en el zapato, pero yo no podía ni andar, o esa otra vez, de pequeña, que me estiraba mientras gritaba desde el carrito porque me picaba la lana del jersey. O también esa otra vez que me agobiaba mucho en clase porque los niños y niñas gritaban mucho y a mí el sonido me molesta y me hace sentir mal. No sabía cómo expresarlo y me comporté mal, estaba muy agobiada. La profesora me llevó al rincón de la calma, pero a mí no me calmó. No sabía qué hacer, todo mi cuerpo estaba lleno de hormiguitas que solo querían correr y explotar. Hice algo que no debería haber hecho y lo sé, pero no pude soportar el dolor y arranqué los dibujos de mis compañeras y compañeros de la pared en un intento por descargar mi rabia. La profesora no entendía que necesitaba un lugar sin estimulación, y yo solo oía gritos.
Hubo una vez en que no me quería poner el vestido que tanto me gustaba porque las mangas no estaban dobladas como yo quería, ¿te acuerdas cuánto te enfadaste? no entendías que algunas niñas y niños superdotados tienen una exquisita sensibilidad hacia la belleza y, además, saben captar detalles tan sutiles que pasan desapercibidos a la vista de otras personas. Pero sabes, no somos tan distintas. Tú me dijiste una vez que para ti era muy importante llevar unos colores de la ropa simples que entonaran bien y estuvieran en armonía… me sonaste muy rara entonces, pero ¿ves?, nos parecemos.
Ah, se me olvidaba. Desde siempre he hecho preguntas sobre, bueno, sobre todo. Todo me interesaba, quería saberlo todo. Me dabas un tema que me interesaba y quería hallar la respuesta a todo, respuesta a preguntas que muchas personas no se habían hecho todavía. Me decíais que era una pesada y me mandasteis callar. Yo me sentía muy triste porque no entendía qué había de incómodo en preguntar con 5 años que qué pasaba con las mascotas que se morían. Estuve unos meses callada, porque mis hermanos me llamaban “la radio”, pero cuando me hice mayor, esa ansia por conocimiento, esa ansia por saber, por buscar respuestas, por crear preguntas, no desapareció. A esto, la psicóloga Linda Silverman (2017) lo llama sobreexcitabilidad intelectual. Es otra característica que tienen las niñas y niños más inteligentes, que puede parecer molesta pero que, gracias a ella se han hecho descubrimientos y grandes inventos. Los inventos provienen de ideas que alguien no se había planteado con anterioridad. Pues como yo, que siempre os preguntaba cosas que no sabíais responder porque quizás no se había inventado la respuesta. Quién sabe, quizás en unos años sea una gran inventora.
Linda Silverman también cuenta que las sobreexcitabilidades se pueden combinar. ¿Te imaginas qué explosión? Bueno, bastante intenso sí que es. De hecho, tanto en Estados Unidos como en Francia, si hay algo de lo que se habla con respecto a las Altas Capacidades es la intensidad. En Estados Unidos además de test de inteligencia, está admitido, desde 1990, que en una consulta la psicóloga te pueda pasar un test sobre las sobreexcitabilidades para conocer si pudieras ser superdotada o no. ¿Te imaginas qué chulo? Ni test de matemáticas ni de dibujo. Es que ellas dicen que cuando llevas 20 años observando a personas superdotadas (niñas y niños, adolescentes y personas adultas), al final estableces unos patrones de reconocimiento sin necesidad de cursar una prueba de coeficiente intelectual. Las personas inteligentes pueden puntuar alto en una prueba de inteligencia, pero no tienen por qué ser extremadamente curiosas. Esa es una cualidad de la sobreexcitabilidad intelectual, que es característica de las personas de altas capacidades o superdotadas.
Ah y, ¿sabes qué pasa cuando se combinan la sobreexcitabilidad intelectual con la psicomotora? Pues que no puedes estar quieta en clase y molestas a los compañeros y compañeras, bajan tus notas y la profesora te echa la bronca por problemas de comportamiento. Te echan la bronca porque dicen que no dejas participar al resto de la clase porque siempre dices las respuestas antes que las demás o no paras de hacer preguntas. Pero es que, ¡lo quiero saber todo y van muy lentas!
La sobreexcitabilidad psicomotora es como un propulsor. La actividad cerebral, el interés, la motivación por un tema o la inspiración accionan un mecanismo de movimiento que hace que no puedas parar quieta, que no puedas callar o que no puedas dormir. Muchas psicólogas y psicólogos afirman que solo las niñas y niños superdotados que se mueven mucho tienen este tipo de sobreexcitabilidad, pero hay otras profesionales que ya avisan de que lo psicomotor tiene dos componentes, psicológico y motriz. Uno propulsa al otro y viceversa. A veces, mi necesidad de movimiento es la que me ayuda a no parar quieta y tener ganas de ir por la mañana a clases y por las tardes seguir yendo a otras actividades. ¿Ves?, ahora ya no parece tan malo esto que me pasa. Dicen que para las niñas y niños que somos tan intensos nos va bien hacer ejercicios de relajación o incluso actividades que focalicen nuestra atención en lo sensorial, como las manos o los ojos: ver colores bonitos, libros de imágenes, hacer puzzles, acariciar algo suavecito, escuchar la banda sonora de alguna película, etc.
También pasa, que a veces estoy en las nubes. Otras veces, no me doy cuenta y me he quedado sola en el patio del recreo porque estoy inventándome historias y nadie me quiere acompañar. Las niñas y niños prefieren jugar al fútbol o hablar. A mí me gusta contar historias. No te preocupes mamá, estoy bien. No me importa jugar sola. Tengo amigas y amigos imaginarios y me sé transportar a lugares mágicos. Ya sé que suena un poco raro y que la profesora se preocupa porque dice que tengo que integrarme, pero es que los niños y niñas no tienen tanta imaginación como yo. Esto se llama sobreexcitabilidad imaginativa. Creo que ya se entiende, ¿no? más imaginación que el resto, más intensa, en más ámbitos y más variada. Suele pasarle a las niñas y niños que tenemos una gran sensibilidad y podemos crear mundo o experimentar sensaciones que otras no llegan a percibir. También tiene su parte negativa, claro… la imaginación en intensidad y de gran magnitud también me puede generar ansiedad. Puede hacer que me imagine todas las posibilidades que puede haber en mi primer día de colegio y haga que vaya con miedo, o en ir al médico y todo lo que puede pasar en una consulta. Es normal, solo hay que ayudar a ponerme los pies sobre la tierra.
Ya para acabar, te quiero decir que soy muy sensible. No me avergüenzo de ello. La sensibilidad forma parte de mi naturaleza y hace que quiera al mundo con más intensidad, pero también que todo me duela más profundamente. Te voy a contar la historia de una compañera de clase de 5 años, también superdotada, que un día vio unas noticias en la televisión que la dejaron paralizada. En el 2008 hubo un terremoto en Haití y mucha gente murió y se quedó sin sus casas. Su papá y su mamá se habían levantado del sofá porque era hora de cenar así que ella agarró el mando para apagar la televisión, pero entonces miró a la pantalla. Lo que vio le hizo abrir los ojos de par en par. Muerte, sangre, gente en el suelo, gritos, lágrimas, dolor. Dejó de oír, dejo de ver, se le empañaron los ojos. Volvieron sus padres preocupados de que ella no contestara cuando la llamaban por su nombre y la encontraron roja como un tomate, con el cuerpo paralizado frente a la televisión y con el mando completamente empapado de sudor. Su madre la abrazó y ella se echó a llorar por la injusticia que estaban viviendo aquellas personas. No podía soportar que nadie hiciera nada o que nadie reaccionara para ayudarles. Decidió que iba a llevar dinero a Haití, pero no solo ella, sino todo el colegio. A la mañana siguiente, su madre y ella llevaron al colegio una hucha para introducir donaciones y recogerlas a lo largo de las semanas. Consiguieron mucho dinero. Lo mandaron a una asociación y de ahí llegó a Haití.
La sensibilidad desbordante de esta compañera movilizó un colegio para una propuesta tan bonita como la suya. Esto se llama sobreexcitabilidad emocional. Esa niña era capaz de sentir el dolor de las otras personas, capaz de leer en sus miradas el sufrimiento y la tristeza. Tan capaz de leerlo, que lo vivió en su propio cuerpo.
Me ha costado mucho comprenderme y aceptarme en un mundo que no me entiende, ¿podrás hacerlo tú?
Elisa Gil Abad
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Aron, E. (2006). El don de la sensibilidad. Las personas altamente sensibles. Ediciones
Obelisco S. L.
Daniels, S. y Piechowski, M. (2008). Living With Intensity. Great Potencial Press
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Asociación Enol Superdotación y Altas Capacidades, (24 de junio de 2017). Linda
Silverman (Oviedo 24/06/2017). Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=O96olgLluBE
Cain, S. (2012). Quiet: The power of introverts in a world that can’t stop talking.
Penguin Books
Christine Mortamais, (23 de octubre de 2020). Suis-je zèbre, surdoué? éléments pour un
autodiagnostic (partie 2). Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=d6DpV6heuRo
Lo, I, (2018). Emotional Sensitivity and Intensity. How to manage intense emotions as a
highly sensitive person. Teach Yourself